«Aprendiz de mucho, maestro de nada», reza el dicho. Aunque haya quien trate de negar la evidencia, esta es a menudo la realidad del traductor, si no como una constante, sí por lo menos como un estado habitual dentro de su profesión. El lenguaje es inabarcable, al igual que lo que podemos hacer con él. Por ello hasta el traductor pueden llegar textos de todo tipo, para los que estará mejor o peor cualificado dependiendo de su trayectoria y formación.

Seamos sinceros: nadie puede saberlo todo. El traductor audiovisual que se expone a las disquisiciones de un científico chiflado no habrá recibido formación universitaria sobre biología molecular. El problema se acentúa cuando, dos episodios después —digamos cuatro jornadas laborales más tarde—, la biología molecular puede irse a freír espárragos porque el científico chiflado ha pasado a cantar las virtudes de la física cuántica frente a la tradición newtoniana. Si el siguiente proyecto del sufrido traductor es un drama judicial, este héroe sin capa bien podría convertirse en el compañero de Trivial que toda persona desearía tener a su lado.

El mundo se acelera. La especialización se dispara. Hoy en día la cultura general y el acceso a internet no son suficiente para, en términos de la profesión, fingir que hablamos el lenguaje de decenas de especialidades que desconocemos. Ni siquiera el contacto continuo con las novedades en ámbitos técnicos, científicos y legales puede garantizar un conocimiento puntero en todas sus ramas: la familiarización con el vocabulario asociado a los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, por citar un ejemplo, no implica el mismo grado de conocimiento acerca de las nuevas estrategias de la terapia cognitivo-conductual para tratar la depresión. Y eso sin salir de un ámbito, en principio, tan bien acotado como podría ser una enfermedad mental.

LA ERA DEL CONOCIMIENTO COLABORATIVO

La creación de Wikipedia, al margen de las críticas que pueda recibir si decidimos hilar fino, fue un hito en la historia del conocimiento. Mentes especializadas en los más diversos ámbitos colaboraban en un proyecto de dimensiones colosales para que cualquier persona con afán de aprender pudiera disponer de información acerca de su tema de estudio como y donde quisiera. Cuando el conocimiento crece y las especialidades se bifurcan en ramas cada vez más pequeñas y herméticas, el individuo se vuelve incapaz de retenerlo todo: tan solo una red de expertos puede hacerlo.

Hoy en día no parece haber nada de extraño en eso. No obstante, no fue hasta la proliferación de la web 2.0 cuando este acceso al conocimiento colaborativo se hizo posible gracias a los avances tecnológicos y la participación de una amplia base de usuarios. Muchos de nosotros seríamos incapaces de imaginar el presente sin todos los efectos derivados de esta sed por la puesta en común de lo que conocemos: cursos universitarios en abierto, cursillos gratuitos con contenido propio de una enseñanza superior, la digitalización de recursos impresos, el auge de la divulgación en plataformas como YouTube y la nueva oleada de creadores de contenido son algunos de sus ejemplos. Quizás ni Minecraft ni D&D vayan a salvar el mundo de los males que lo aquejan, pero ambas pueden considerarse especializaciones tan nobles y complejas como la sastrería.

Retomando el inicio de este artículo, no es de extrañar que el traductor se vea en la tesitura de tener que imitar el habla de cualquier experto de este amplísimo laberinto de especialidades. En estos casos dispone a menudo de un único recurso que le permite salvar sus lagunas de conocimiento: la información cedida por los especialistas.

GLOSARIOS ABIERTOS

Del mismo modo en el que la ciencia avanza porque sus expertos han sabido valorar la habilidad de cabalgar sobre hombros de gigantes, otro tanto han aprendido a hacer los traductores. La diversidad temática de su trabajo y la especialización del conocimiento los han obligado a aceptar que nadie es lo bastante sabio para saberlo todo. Por tanto, seamos inteligentes: confiemos en aquellos que saben más que nosotros.

En este punto es donde entran en escena los glosarios abiertos. Hace algunos meses citábamos el glosario como piedra angular de la traducción, ahora mencionamos el glosario abierto como uno de los recursos más eficaces para salvar las trabas de la especialización. Los glosarios abiertos son una herramienta pública, monolingüe o multilingüe, que organizaciones, asociaciones o individuos ponen a disposición de los usuarios de manera gratuita para evitar malentendidos y homogeneizar la terminología empleada dentro de un ámbito. Desde el glosario multilingüe financiero del FMI hasta el tesauro multilingüe de la Unesco, pasando por el Glosario de términos sobre diversidad afectivo-sexual impulsado por el Ministerio de Sanidad y la exquisita IATE, todas estas propuestas comparten ciertos elementos en común.

En primer lugar, su finalidad es reunir información sobre la terminología de un ámbito concreto. Aunque los campos que contienen pueden variar en función del recurso, su objetivo final sigue siendo el mismo: acotar la definición o el uso de cada término (monolingües) y establecer su equivalencia en otros idiomas (multilingües) para que todos hablemos de las mismas cosas con las mismas palabras. El segundo factor que comparten, de especial relevancia para el traductor, es la fiabilidad de las fuentes. La persona, la comisión o el organismo encargado de elaborar un glosario público será siempre un destacado experto en la materia, cuyo conocimiento del campo de estudio es incontestable: una respuesta rápida, segura y justificada para todo aquello que nunca podríamos llegar a saber por nosotros mismos.

Una lista personalizada de los glosarios mejor valorados o más cercanos a nuestro ámbito de trabajo puede ahorrarnos mucho tiempo y esfuerzo a la hora de traducir, bien sea cuando nos enfrentamos a un proyecto con un elevado grado de especialización, bien sea porque en un texto de temática general aparecen subrepticiamente dos o tres términos que, sin esta ayuda, podría llevarnos horas desentrañar. Si quieres iniciarte en este ámbito, te recomendamos el sublime trabajo de InsideLoc con su listado de glosarios especializados.

Vista la necesidad del esfuerzo colectivo para salvar los retos de una sociedad en continuo desarrollo, Gloss It quiere aportar su granito de arena con una nueva herramienta: los glosarios abiertos. Esta funcionalidad permite compartir tus glosarios con todo aquel que consideres que puede necesitarlos. Asimismo, nos enorgullece anunciar que iniciamos esta andadura de la mano de Pablo Mugüerza y su excepcional trabajo en el ámbito de la elaboración de glosarios médicos (EN, ES). Dentro de un contexto cultural cada vez más complejo, en Gloss It somos firmes partidarios de que la unión hace la fuerza.